domingo, 24 de abril de 2011

De retornos

Hay retornos tan variados y distintos. A veces los buscamos y otras nos encuentran. Se tropiezan con nosotros, sin anunciar su llegada, sin pedir cita y nos abrazan sin permiso. Hay retornos a la ciudad, al campo, aquella esquina; al templo, a la montaña, al mar; al lago; al otro lado de la calle, aquella casa, a un cajón de viejas cartas; a la sal de unas lágrimas, al aroma de la lluvia, a las campanadas de un viejo reloj; a la arena bajo los pies desnudos, a la melodía del atardecer, a un paisaje azul; a unos besos y a un sabor de encuentro o desencuentro.

Hay retornos tan variados y distintos. Y volvemos a otro tiempo: a un tiempo atrás, sin comprar boleto al pasado. Acariciamos el recuerdo, revivimos el instante, nos besa el corazón y se despide con dulzura mientras se desliza entre los dedos; o lo vemos a los ojos y le decimos basta y le regalamos el adiós, ese, ese que se nos olvidó decir en su momento.

Hay retornos tan variados y distintos. Nos sacuden, nos desbarajustan, nos alegran; nos asustan, nos conmueven, nos gritan, nos dan tres vueltas y nos devuelven el espejo de hoy. Y nos recuerdan que siempre hay encrucijadas que nadie toma por nosotros. Y el lugar de hoy, es solo eso, el lugar de hoy. El siguiente paso es nuestro; la brújula la dibujamos nosotros. No hay garantía en esta brújula; siempre podemos no seguirla, no atenderla, no sentirla… hasta la siguiente encrucijada.

Hay retornos tan variados y distintos. Retornos inesperados y esperados; buscados y encontrados; sorprendentes y pausados; dulces y agridulces; cadenciosos y armoniosos; calmantes y energéticos; esos que son tan raros y exquisitos que nos llevan al futuro; esos que nos toman de la mano, se toman un café con nosotros y nos devuelven a nosotros mismos.

lunes, 11 de abril de 2011

Instantáneas

I
los arriates
apretados como la prisa
no podían respirar
se parecen
a la vida de tantos
que regalan agobio por caricia

II
el clavo vivía solo con la pared
el cuadro al lado sonríe
tiene su propio clavo
y la pared hace muecas
todavía le duele la rajadura
del último temblor

III
no hay marcha atrás
el reloj de arena
se llena con la verdad
un instante de vida cada grano
que disfrutamos o dejamos resbalar

IV
eran varias gotas
pretendían que no sabían nadar
preferían recostarse sobre la ola
y disfrutar del paisaje

V
no sabe si la casa está abandonada
o los inquilinos están de viaje
cuando toca a la puerta
responde el silencio

sábado, 9 de abril de 2011

Una más

una palabra más,
la palabra esa
que dibuje con claridad
este amor tan grande
que me regalas siempre
   en todos tus matices,
   en cada rincón, en cada valle,
   en el cielo recostado en tus laderas,
   en cada eco del tiempo,
   en los árboles raspados por el viento,
   en el retumbo de tus entrañas,
   en la mirada de tus volcanes,
   en el canto de tus aguas,
   en el crisol de tus sueños,
   el aroma de tu espera,
   en la melodía de tus maderas,
   en la ilusión del porvenir,
   en las mujeres milenarias,
   en los hombres valientes,
y en la luz de tu infancia

si tuviera
una palabra más
la palabra esa
podría tal vez,
sin tapujos, sin enredos
hablarte tierra hermosa
y contarle a tu corazón
de este amor inmenso
que tanto te guardamos
y que tanto callamos

domingo, 3 de abril de 2011

Amor cierto

                                                                  
“A veces la infancia / nos envía una postal.” Michael Krüger
Certeza de tiempo
de tiempo atrás
caminos de antaño
antiguos, no viejos

Certeza de tiempo
de amor de niñez
zurcido en días
zurcido en años

Certeza de tiempo
de pilares de risas
de pilares de lágrimas
de pilares cómplices

Certeza de tiempo
desde la infancia
que después de tanto tiempo
nos regala
un amor cierto