domingo, 15 de enero de 2012

Invierno


Hay invierno en las palabras
hibernan en el alma
duermen mientras crecen
maduran mientras sueñan

Hay palabras de invierno
escritas en las alas
se cobijan en la búsqueda
sin prisa aguardan el vuelo


Hay invierno en las palabras
hacen del corazón su guarida
descansan del viaje
esperan otra primavera

domingo, 8 de enero de 2012

De escaleras

recostadas en la pared:
las escaleras
   un color por cada muro
   un color por cada día

subirán sueños
guardarán ilusiones
   vidas que ya son eternas
   y ahora descansan en paz

serán los últimos escalones
de almas ya dormidas
   muy distintas a otras – más sutiles -
   que disfrazan almas ajenas de peldaños

domingo, 1 de enero de 2012

Sin agobio

Abrimos un nuevo calendario para continuar tejiendo los días. Trae la incógnita de lo desconocido y la oportunidad. Desde este lado del mundo, aprovechamos el cambio del año para cerrar círculos y abrir nuevos; buscar otros senderos y repasar las huellas de otros más antiguos. Pero la fecha en el almanaque es relativa; no todos tenemos, ni seguimos el mismo. Pero lo que sí compartimos, sin ningún distingo, es un nuevo día. No importa en qué parte del mundo nos encontremos; con certeza, el sol sale a nuestro encuentro y nos dice hasta pronto, día tras día. Y para los que somos afortunados de abrazar estas veinticuatro horas — con nuestros cinco sentidos — y un techo que nos cobije tenemos un caudal invaluable entre las manos.

Cada amanecer en cualquier época del año es la puerta a la esperanza y es único. No vendrá otro mejor, tampoco otro peor, él vendrá con su singular obsequio: veinticuatro horas. Y los días serán variados, habrá días de ensueño, días de danza. Algunos amaneres serán eternos y la primavera practicará su magia. Y también viviremos días con lluvias, con tormentas, con eclipses y nubarrones. Que la rutina no tarda en vestirse de gris es una realidad; más a menudo que no, la taza de café se enfría y nunca faltará un recuerdo con sabor a sal que se tropiece con nosotros. Y así y todo, las agujas continúan su marcha. Nada las detiene.

Cada uno somos lo que hemos fabricado con nuestras acciones, palabras, gestos y sentimientos. Y esto nos es ni bueno, ni malo, sencillamente es. Conciliarse con el ayer, nos regala un mejor hoy. Lo importante es el aprendizaje y lo que haremos a cada instante para aprovechar esa riqueza de lo aprendido, lo vivido y lo amado.

Que el bullicio de un nuevo año, no sea un agobio, ni obligación de tirar el pasado que tanto nos ha regalado. Mejor que solo sea un espacio de transición, para recordarnos que el inicio es siempre, que la hoja en blanco está a la mano y lo más valioso siempre está al alcance del corazón.