Desde la sorpresa de la invitación que llegó en uno de esos días más cargado de rutina que la usual, hasta el abrazo último que nos regalamos en la hermandad que brindan las letras, nunca imaginé estos cinco días de paz y respiro. La Fundación Poetas de El Salvador, anfitriones del IX Festival Internacional de Poesía de El Salvador se esmeró al recibirnos con los brazos abiertos y brindarnos una estadía cálida en ese país, en donde nos dimos cita veintitrés poetas del extranjero, así como representantes de la poesía salvadoreña.
Durante cinco días, visitamos escuelas, institutos y plazas en donde participaron en su mayoría jóvenes de educación media, quiénes no sólo mostraron interés por la poesía que compartimos, sino que también nos regalaron un pedazo de su corazón transformado en versos. En cada lugar que visitamos nos recibieron con interés, respeto y especialmente, con una sonrisa cálida.
Fue una semana que nos permitió dibujar el tiempo con acentos y palabras de todos los rincones del mundo y trazar lazos de amistad con esa magia tan especial que conceden las letras. Pero más allá del encuentro entre poetas y escritores reconocidos, así como otros que hemos incursionado de manera más reciente en esta aventura, me aventuro a decir que todos regresamos con una esquina del alma renovada por las palabras y las muestras de cariño recibidas.
Reitero mi agradecimiento a la Fundación Poetas de El Salvador por esta valiosa iniciativa y por hacerme partícipe de ella y a la vida que permitió que nuestros senderos se encontraran y dejó que las letras se rindieran para compartir versos iluminados por el sol salvadoreño.
Querida amiga poeta, cómplice de las hermosas emociones y poemas que compartimos en El Salvador. Estoy de acuerdo contigo, creo que todos y todas regresamos a nuestros respectivos países cargados de ilusión y con el alma renovada por las palabras. Seguiremos en contacto y deseo que el poder de la poesía no te abandone nunca. Estoy segura que en algún rincón del planeta nos volveremos a encontrar para rememorar esta maravillosa experiencia.Un fuerte abrazo, Silvia.
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