De mis clases
favoritas: aquellas de números y su magia. En el camino tuve la fortuna
de recibir clases de los maestros de maestros, Dr. Bernardo Morales y
Dr. Eduardo Suger, entre otros. Uno de los temas que se quedaron en la
cabeza y me obligaron a ver el mundo con otros ojos fue el de los
conjuntos. Que si estaba vacío, que si era único, que si tenía
intersecciones con otros y hasta dónde, etcétera.
Todos tenemos ideas, unos menos, otros más, otras serán grandes, unas más pequeñas, unas serán consideradas malas, regular, buenas, muy buenas o excelente como le encantaba exclamar al Dr. Morales. Y hay otras que realmente no son importantes como insistía en recordarnos el Dr. Suger. Hasta los miembros del club de la neurona única aportan, para bien o para mal, pero aportan. El punto era pensar y aplicar lo aprendido.
En estos años de post conflicto y de medio asomar la cabeza y tener días en que uno cree que ya, hoy sí ya salimos del agujero profundo y de pronto vemos que no, sencillamente no, regreso a los conjuntos. De mis ejercicios favoritos, un tanto «nerd» y qué me importa, es ver la vida en conjuntos. Eso me permite dibujar, dibujar pensamientos, dibujar ideas y descubrir. Descubro extremos, descubro fronteras, descubro límites y descubro infinitos—conjunto abierto—. Encuentro opuestos, encuentro disímiles y encuentro similares, parecidos y cercanos.
Y el juego que más me apasiona es el de las intersecciones, allí radica
el encanto de la teoría de conjuntos. La fusión del encuentro, la
fuerza de la convergencia que le da sentido a la vida y que no disminuye
en nada el área de no intersección, al contrario la hace interesante.
Más de 20 años han pasado, la creación de conjuntos ha sido profusa,
diversa y extremadamente variada, pero sin dudarlo, las intersecciones,
las coincidencias son más, los encuentros son mayores.
El truco
está en respirar hondo, dar un paso atrás y observar desde otra
perspectiva alejada del ego. Tal vez un paso atrás no sea suficiente
para eliminar la miopía de nuestros ojos, dos o tres podrán servir,
distancia prudente que elimine la visión nublada del horizonte. «Visto
de cerca, nadie es normal», dice Caetano Veloso, a lo mejor tiene razón y
coincidimos en esta intersección.
©sepc 29/04/2018
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