domingo, 21 de mayo de 2017

La Avenida Simeón Cañas o la calle que va a ninguna parte.




La ciudad de Guatemala inicia en una hermosa península rodeada de un pulmón, con unos extraordinarios barrancos que regalan oxígeno a la ciudad. Justo a la orilla de ese barranco hay un bello y semi olvidado parque del Hipódromo, y por supuesto la obra maestra del Mapa en Relieve rodeado con un bosque de hormigo, que es otra joyita. Para llegar a este paraje hay una calle que data de 1879 de unos 700 metros de largo y 30 de ancho: la Avenida Simeón Cañas. 

Las características de la Avenida Simeón Cañas la vuelven apetecible a todos aquellos que la quieren usar de cualquier cosa menos para lo que fue construida, una vía de tránsito. Hoy se ha convertido en el estacionamiento de una universidad que no brinda esta facilidad a sus alumnos, persona y docentes; otros días es pista de aprendizaje para manejo, en agosto es el recinto de la Feria de agosto, en algunos sábados sirve para exhibir autos que se convierten en bares ambulantes con los baúles llenos de cervezas y licor, otros domingos es para carreras de distintas instituciones y este domingo 21 se transformó desde anoche en iglesia. Están cerradas más de tres cuadras con bocinas a todo volumen. 

Desde pequeña aprendí que el respeto al derecho ajeno es la paz, no puedo ni abrir un sobre que no esté a mi nombre. La calle es un espacio público donde converge la comunidad en paz y armonía. Las autoridades municipales y de gobernación que permitieron esta actividad de hoy se les olvida que hay vecinos rodeando esta calle.  Un funcionario municipal nos dijo un día ya molesto, pero si esta calle va a ninguna parte. Solamente le vuelvo a recordar mi respuesta en ese momento: En esta calle que va a ninguna parte y sus alrededores hay vecinos, y estos vecinos votan.