Despertamos, o
al menos una parte de nosotros, despierta ante titulares, estadísticas extremas
del derrumbe en que nace, vive o sobrevive y muere la niñez guatemalteca. Es
urgente despertar, despertar-nos y atender con respeto y dignidad a esta
población vulnerable. Esto requiere el concurso de cada uno. No
es un lunes cualquiera, pero me gana la esperanza.
Cada
uno
podemos desde nuestro campo de acción, emprender acciones responsables en pro
de la niñez. Lo que no se vale, es decir, es culpa del otro, es responsabilidad
del otro. El país se puede dividir en dos: población menor de edad y población
mayor de edad. La población menor de edad, merece un trato aparte. De los mayores de edad, no todos pueden estar
en la iniciativa privada, ¿quién dirigiría con propiedad y democracia el barco?
y no todos pueden estar en el gobierno, el gobierno debe ser un facilitador no
un generador de riquezas.
El
razonamiento anterior podrá sonar simplista y no me disculpo por ello, aprendí
desde hace mucho tiempo, que los problemas se desmenuzan, se simplifican en sus
partes más simples, y entonces, a partir de esos bloques básicos, se arma un
panorama ordenado. No es fácil, nadie dijo que tenía que serlo. Desenmarañar
las telarañas tejidas por años de desidia, irresponsabilidad e indolencia nos
va a tomar tiempo, esfuerzo, dedicación y disciplina. Pero el tiempo es hoy, es ahora, o ahora.
Despertemos,
sí. Despertemos, despertemos el corazón, la mente y veamos con otros ojos, con
compasión, amor y respeto a la persona frente al espejo y al prójimo. Es mi
deseo que, en Guatemala, la conmemoración del Día Nacional en contra de la
Violencia de la Niñez sea una pesadilla del pasado y no exista más una niñez lastimada, violentada, pobre y viviendo en ignorancia. ¡Despertemos! No
es un lunes cualquiera, que nos gane la esperanza.
©sepc –
13 de marzo, 2017
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