La ciudad de Guatemala inicia en
una hermosa península rodeada de un pulmón, con unos extraordinarios barrancos
que regalan oxígeno a la ciudad. Justo a la orilla de ese barranco hay un bello
y semi olvidado parque del Hipódromo, y por supuesto la obra maestra del Mapa
en Relieve rodeado con un bosque de hormigo, que es otra joyita. Para llegar a
este paraje hay una calle que data de 1879 de unos 700 metros de largo y 30 de ancho:
la Avenida Simeón Cañas.
Las características de la Avenida
Simeón Cañas la vuelven apetecible a todos aquellos que la quieren usar de
cualquier cosa menos para lo que fue construida, una vía de tránsito. Hoy se ha
convertido en el estacionamiento de una universidad que no brinda esta
facilidad a sus alumnos, persona y docentes; otros días es pista de aprendizaje
para manejo, en agosto es el recinto de la Feria de agosto, en algunos sábados
sirve para exhibir autos que se convierten en bares ambulantes con los baúles
llenos de cervezas y licor, otros domingos es para carreras de distintas
instituciones y este domingo 21 se transformó desde anoche en iglesia. Están
cerradas más de tres cuadras con bocinas a todo volumen.
Desde pequeña aprendí que el
respeto al derecho ajeno es la paz, no puedo ni abrir un sobre que no esté a mi
nombre. La calle es un espacio público donde converge la comunidad en paz y
armonía. Las autoridades municipales y de gobernación que permitieron esta
actividad de hoy se les olvida que hay vecinos rodeando esta calle. Un funcionario municipal nos dijo un día ya
molesto, pero si esta calle va a ninguna parte. Solamente le vuelvo a recordar
mi respuesta en ese momento: En esta calle que va a ninguna parte y sus
alrededores hay vecinos, y estos vecinos votan.
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