Este año, el regalo no estaba escrito en la carta a Santa Claus, ni al del Niño Jesús. La vida se encargó de decidir y se adelantó unos días con el virus de la pandemia: Covid en la versión de temporada y con algún nombre indescifrable. Y como a caballo regalado no le miras el diente, aquí vamos por el día nueve, acompañada por este inesperado obsequio.
Nunca antes, las palabras: un día a la vez, han sido mantra y tabla de salvación. Hoy, hoy sin mirar atrás, hoy sin mirar a mañana. Ocuparse del momento y atenderlo sin distracción.
Privilegiada en tantos sentidos, muchos más de uno. Casa, comida, medicina y de la mano del médico, neumólogo increíble y cuñado sin par. Una hermana, alma gemela, que sabe sacar las castañas del fuego sonriendo, un hermano que con aparente tranquilidad toma las riendas, y otros dos que aguardan al llamado. Y un papá atento y que no pierde su alma de médico y con ello sus tranquilizadoras palabras.
El círculo de apoyo no termina allí: están los otros familiares y los amigos, esos eslabones que hacen la cadena fuerte y poderosa. El mensaje oportuno, la palabra adecuada, la comida sorpresa, el detalle, ese aspecto que hace la diferencia junto con el abrazo a la distancia, constante y presente.
Sí, una Navidad diferente y no por ello para olvidar la o dejarla atrás. Todo lo contrario, una Navidad que hace honor a su nombre: nacimiento. Nacer cada día al despertar y agradecer la vida 💛. Gracias, gracias, gracias.
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