sábado, 2 de junio de 2018

De tareas y legados

La muerte como consecuencia natural de la vida puede o no tener discusión. Es una realidad contundente, es un proceso  natural y nuestra reacción dependerá de cómo sepamos enfrentarla.  La muerte por cualquier otro motivo nos pone a prueba, nos hace dudar y nos rebela. Y si esta proviene de una bala – por el motivo – que sea más. Guerra, asalto o defensa propia, las causas se convierten en síntomas y así el círculo deviene en espiral. Algunos nos hemos sacudido con la muerte de Claudia Patricia Gómez González y las lágrimas, aunque no dulces, nos han permitido tragarnos la amarga noticia.

Hoy sábado descansarán en paz ella y sus sueños rotos en el cementerio de La Unión Los Mendoza, y también un poco el alma fatigada y triste de sus familiares, amigos y miembros de su aldea. En esa aldea azul que se resbala en la cordillera y en las nubes, muy lejos de nuestra realidad citadina y apenas a catorce kilómetros de Quezaltenango quedará durmiendo para siempre, si así la dejamos. Claudia Patricia era mujer, joven, indígena por nacimiento y por su trayectoria de vida: valiente, emprendedora y con ansias de tener una vida digna. Fue sinónimo de rebeldía por condición. Migrar a un país que le facilitará oportunidades fue su elección obligada.
Sean estas palabras una honra a su memoria y a la de tantas mujeres migrantes que elijen el riesgo, el trayecto, sí, de manera ilegal, para alcanzar un techo, comida, salud y bienestar para ellos y sus afectos. La mejor manera de enaltecer sus vidas es no olvidarlas y asumir la lección. Hoy no me distraigo en el acto del patrullero de la frontera – él deberá rendir cuentas dentro de su sistema y su conciencia–. 

Me concentro en qué vamos a hacer nosotros como sociedad y como personas individualmente para tener un país que habilite oportunidades para la niñez y  la juventud y que ese “sueño americano” se convierta en el sueño guatemalteco hecho realidad. No un sueño utópico, ni de cuento de hadas, ni de discurso cansón y malgastado. Un sueño que nos eleve a sacar lo mejor de nosotros – de todos – y que promueva educación de calidad y fácil acceso desde la primaria hasta los grados superiores universitarios. Educación que no se traduzca en enseñar vocales, consonantes, restas y sumas y repetir como loros ríos y montañas donde habitan personas que jamás alcanzarán sus sueños. Educación que impulse la creatividad, el razonamiento y las ansias de seguir aprendiendo – cuestionando todo -. Es en el presente de las aulas, su acceso y calidad en donde Guatemala puede hacer un giro para bien. Seguir amamantando el sistema educativo actual es continuar en el pantano y seguir buceando más allá de lo profundo y  oscuro. Un país educado puede generar un estilo de vida digno para todos sus habitantes, hoy y siempre. Ilusa, ingenua pueden decir – no será ni la primera, ni la última vez –,hablar con la verdad no tiene que ser complejo, ni de marrulleros, ni debe ser jamás motivo de persecución o silencio. 

Viviremos tu legado. Nos dejaste tarea. Tarea de mujer audaz, perseverante, dedicada, aventurera y soñadora. Descansa en paz, Claudia Patricia Gómez González.
©sepc 2-junio-2018



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