Abandono es una palabra triste. Es
dejar a la vera, a la orilla del camino, a la buena de la suerte y en los casos
afortunados a la buena de Dios a alguien. A veces ellos no entienden el motivo de su destino y
desconocen que hay cuatro esquinas en un cuadrado o que si damos vuelta en
círculo algún día llegaremos al punto de partida para abrazarnos de regreso con
quien nos espera con los brazos abiertos. Otras veces no conocen que tres es un
número mágico para dibujar triángulos
y la idea de dos puede parecer un salto al
vacío. Y a veces no esta en su mundo
saber que este montón de líneas en cuadrados,
círculos, triángulos y líneas
dibujan conjuntos: vacíos o no.
Nosotros sonreímos o lloramos,
seguimos o paramos, caminamos o
saltamos, amamos y dejamos de amar, y ellos, los niños abandonados que brillan
con otra luz, una luz especial, están solos,
acompañados de si mismos y su destino incierto. Desayunan,
almuerzan, cenan, duermen, juegan, viven y en la mayoría de casos mueren en una
casa desconocida; una sin padres amorosos o hermanos, ni la tienda de la esquina
a la vuelta.
Tengo tanta rabia junta, toda con
aroma a olvido. El alma arde
y no se apaga ese fuego. Tengo
tantas lágrimas juntas, todas con aroma a abandono. Me duelen en cada poro, y
no puedo dejar de llorar.
Tengo tantas lágrimas juntas, todas huelen a
abandono. Y como diría una buena amiga, nosotros, nosotros tenemos tanto para estar agradecidos.
Tu capacidad para tocar el alma, transforma la rabia en rebeldía!
ResponderEliminarGracias José Alfredo!!! Rebelde es bueno!!!!
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